Mujeres artistas

El mundo del arte es uno de los sectores en los que se puede ver más claramente la grave afectación que ha ejercido el machismo del patriarcado. Cuando hablamos de artistas, sin duda asumimos que se tratan de hombres. De hecho, si nos dispusiéramos a pensar en artistas mujeres, la velocidad con la que se nos vienen nombres a la mente (si es que vienen) difiere mucho de la rapidez con la que se nos ocurren ejemplos masculinos.

Este efecto no es casual. La importancia y sobre todo la visibilidad que han recibido artistas hombres en comparación con artistas mujeres es abismal. No sería arriesgado afirmar que se ha silenciado voluntariamente a las mujeres artistas de la historia y el discurso del arte. Tanto si revisamos el programa académico de cualquier carrera que estudie el arte y la cultura, como la agenda de exposiciones en museos y fundaciones, el porcentaje de nombres femeninos que aparecen es tan ridículo como escandaloso.

Es por eso que desde FEM hemos creído necesario diseñar una camiseta para dar visibilidad a algunas de las mujeres artistas más destacadas de la historia del arte. Frida Kahlo, Louise Bourgeois, Artemisia Gentileschi, Hannah Höch y Ana Mendieta son las artistas homenajeadas en nuestra nueva camiseta. Vamos a hacer un repaso de cada una de ellas:

Frida Kahlo (1907-1954) es quizás la mujer artista más conocida globalmente. Su obra pictórica es vívida e impactante. Las traumáticas experiencias de su vida condicionaron en gran medida los objetos de reflexión de sus obras: el dolor tanto físico como emocional, el sufrimiento y la resiliencia se presentan siempre a través de elementos repletos de simbolismo. A pesar de las dificultades que afrontó (enfermó de poliomielitis, se dañó gravemente su columna debido a un accidente y pasó por más de treinta operaciones, y tenía dolor crónico) tuvo una vida amorosa apasionada, llena de romances tanto con hombres como con mujeres. Sin embargo, no escapó de una relación de maltrato con su marido Diego Rivera, también pintor.

Por otro lado, Louise Bourgeois (1911–2010) es una de las escultoras más importantes el s.XX. Sus obras beben de sus traumáticas experiencias infantiles y del sufrimiento que su padre le provocó. Sus esculturas e instalaciones hablan de la fragilidad y el dolor con un lenguaje tan honesto que pueden llegar a incomodar. Acostumbra a utilizar formas que recuerdan a extremidades corporales, con las que muestra sus cicatrices emocionales. Ella utilizó el arte como terapia curativa para liberar sus anhelos oscuros de venganza hacia aquellos que la dañaron, así como para mostrar la vulnerabilidad humana.

Artemisia Gentileschi (1593-1656) fue una excelente pintora barroca italiana exponente del caravaggismo. Sufrió violentos abusos y una violación por parte de uno de sus maestros de pintura. Durante el juicio, fue sometida a tortura para comprobar si decía la verdad. Posteriormente fue casada a la fuerza con un pintor poco talentoso. Aun así, Gentileschi tenía tal dominio de la pintura que recibió importantes encargos, como el de Felipe IV. La fuerza y la violencia de los gestos que presentan los personajes de sus obras son considerados un reflejo de la frustración y la ira contenida que la artista tuvo que reprimir a lo largo de su vida.

Posteriormente, durante las primeras vanguardias del s.XX, el movimiento dadaísta contó con Hannah Höch (1889-1978), una artista visual clave para el movimiento caracterizada por innovar con la técnica del fotomontaje. Los temas principales que trata en sus obras son feministas: la concepción del cuerpo de la mujer o los roles de género, siempre con un humor ácido e irónico.

Finalmente, Ana Mendieta (1948–1985) es quizás una de las artistas feministas más destacadas. Su extensa obra (fotografía, vídeo, performances, escultura, etc.) establece una conexión directa entre el cuerpo femenino y los elementos naturales. Su aproximación a los conflictos que sufren las mujeres, el acoso, la presión sobre nuestros cuerpos, se manifiesta en sus obras de manera cruda y directa. A menudo sometía a su propio cuerpo a modificaciones y elementos externos (sangre, medias, plantas, tierra y flores) para hablar de su identidad como mujer y como cubana. Murió cayendo de una ventana de un edificio de Nueva York tras una violenta discusión con su marido Carl André. Se sospecha que él la empujó, pero en el juicio quedó absuelto por falta de evidencias.